Catarismo es una herejía cristiana que se extendió por el suroeste de la Francia medieval entre los siglos XII y XIV. El término cátaro, que significa «puro». Ellos mismos se autodenominaban «hombres buenos», «señoras buenas». Geográficamente, la herejía cátara afectó todo el condado de Toulouse, que se extendía de Agen a Béziers, y de Albi a los Pirineos.

La herejía cátara se formó en gran medida en oposición a la Iglesia católica. Los cataros pretendían vivir su fe como los primeros cristianos. Rechazando los sacramentos de la Iglesia, reprocharon al papa y al clero su opulencia y corrupción. Este discurso tuvo mucho éxito entre la burguesía y la nobleza del Languedoc, que constituían la mayoría de los cátaros. Sin embargo, su rechazo al sistema feudal también despertó una gran simpatía entre el pueblo llano. De hecho, los cátaros consideraban que la tierra debía pertenecer a la persona que la trabajaba.

Los cátaros creían que Jesús era un enviado de Dios destinado a mostrar a los hombres el camino de la salvación. Ellos también creían en la reencarnación, hasta que el alma estuviera preparada, tras varias vidas terrenales, para encontrarse con Dios.

Viven en comunidades en ciudades y pueblos, practican el trabajo manual.  También siguen una estricta lista de prohibiciones dietéticas: todo alimento de origen animal está prohibido, y el ayuno es muy frecuente.

¿Por qué la Iglesia ha combatido contra ellos?

Si el catarismo alarmó a la Iglesia más que otras herejías de la época, hasta el punto de convocar la primera cruzada en tierras cristianas, es porque estaba mucho más extendido y crecía más rápidamente, hasta el punto de convertir a miembros del clero católico.


¿Qué ocurrió en Montségur?

La hoguera de Montségur, el dramático epílogo de la lucha contra los cátaros, tuvo lugar quince años después del final de la cruzada. Tras un año de asedio, el lugar fue tomado por el ejército francés. 220 de ellos fueron quemados vivos en la hoguera el 16 de marzo de 1244. La historia ha conservado esta fecha como el fin del catarismo, aunque algunos cátaros consiguieron huir a Lombardía y se siguieron encontrando en el sur de Francia y en Cataluña.

En el año 1321, el último cátaro, el último perfecto, el último bon home, fue quemado en la hoguera por la Inquisición. Guillaume de Belibaste, ardiendo en el fuego, gritó: “En 700 años el Laurel reverdecerá y los cátaros volveremos a la tierra”. Para los cátaros, el laurel era el símbolo sagrado del amor más puro. Cuando los inquisidores aplicaban la sentencia de muerte, los mártires decían antes de morir: “El laurel se ha marchitado. El puro amor se apaga…”


El año 2021 se cumplieron 700 años de la profecía y ese año, muchos seres están llamados al despertar, al recordar, al reconocer, a volver a empezar.

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